“Lo hemos probado todo menos la paciencia”, me dijo hace bastantes años Miguel Ángel Gil, cuando el Atlético lo presidía su padre con estilo volcánico. En un solo curso pasaron seis entrenadores: Jair Pereira, Cacho Heredia, Emilio Cruz, José Luis Romero, Santos Ovejero y Jorge D’Alessandro. Otras temporadas estuvo cerca. Su primer proyecto lo depositó en Menotti, el segundo y el tercero, en Maguregui y Clemente, en las antípodas de aquel. Ninguno de los tres concluyó la temporada, por supuesto. En la de Menotti hubo dos técnicos más, en la de Maguregui tres más, en la de Clemente, de nuevo tres. Aquello era vertiginoso, año tras año se quemaban nombres más o menos fugaces, desde viejos manes de la tribu (Ufarte, Peiró, Ovejero, Cacho Heredia, Luis…), a tipos de prestigio traídos de Inglaterra, Argentina, Brasil, Colombia o Italia, a meritorios españoles sin currículum. Nada le servía.

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