Digeridas las derrotas ante el Madrid, kryptonita azulgrana del curso porque cuenta tantos duelos (tres) como derrotas —también la inesperada ante el Valencia—, el Barça aclara en Europa que tiene equipo para seguir en la élite, por más que haya rebajado la masa salarial y Mirotic tomara las de Villadiego, por más que el equipo se reformulara con fichajes de segunda línea, amén de Willy Hernangómez. Es la nueva piedra filosofal, el jugador al que abraza el aficionado. Y, quizá por eso de que las cosas de palacio van despacio, el pívot coge forma con el paso de los partidos, gobernador de la botella, gigante de la pelota naranja. Como explicó ante el Estrella Roja, bien secundado por Parker, que llegó a prueba de la NBA y que se ha ensamblado con tino, un saltimbanqui que descorcha flashes y resquebraja rivales. Pero lo suyo sudó el equipo de Grimau, incapaz de subrayarse durante el envite en el rebote.

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