Michael Johnson (Dallas, Texas, 56 años) corría con zapatillas doradas y pasitos cortos en una época en la que los atletas eran los únicos reyes del estadio y su carisma saltaba por encima de los límites de su deporte. Es el único que en la historia ha ganado el oro en los 200m y los 400m en unos mismos Juegos Olímpicos (Atlanta 96) y el único que se ha proclamado campeón olímpico de los 400m, la distancia de los dioses, en dos citas seguidas (Atlanta y Sídney 2000). Es un portento físico que descubrió, y con él todos, que el ser humano, hasta el más fuerte, es siempre frágil cuando sufrió un ictus, un derrame cerebral en 2018. Visita Madrid para participar en las jornadas de deporte organizadas por Sanitas. Anima, jalea y aplaude, pero no puede, por consejo médico, participar en el relevo que campeones españoles –María Pérez, Álvaro Martín, Aauri Bokesa, Óscar Husillos, Mariano García, Mo Katir, Adrián Ben…– disputan con deportistas con discapacidades. “Creo que es realmente notable lo que está haciendo Sanitas con la inclusión de personas que de otro modo podrían estar marginadas. Creo que es muy importante. Cuanto más podamos incluir a la gente y ver a todos como seres humanos, independientemente de las diferencias que podamos tener, ya sean diferencias físicas, de raza, de sexo, de nacionalidad, de religión o de lo que sea, mejores seremos”, dice Johnson, que vive en Londres, donde es comentarista de la BBC, y a quien apenas se le notan, si no es por cierta rigidez en el andar y en un brazo, las secuelas del ictus. “Encontramos tantas razones diferentes para separar a la gente que creo que es muy admirable incluir a todos para que veamos a cada uno como un ser humano”.

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