<strong>Mbappé </strong>reinó en el mejor partido de LaLiga, disparando la ilusión de los aficionados del Real Madrid, que comprobaron que el francés no ha llegado al equipo blanco de paseo. Quiere ser una leyenda. Quiere ser Cristiano. Marcó un gol de penalti, pero eso fue lo de menos. Mbappé demostró que es un jugador extraordinario, posiblemente mucho mejor de que lo que muchos aficionados podían pensar. Ante la Real lo hizo todo bien, dejando jugadas que en el Madrid no se veían desde tiempos de Ronaldo. Cuando arranca es imparable y lo hace con una elegancia que enamora. De cara a puerta aún no anda del todo fino (y eso que lleva cuatro goles en seis partidos), pero la sensación es que el bote de ketchup está a punto de abrirse y que puede salir a gol por partido.