Se baja del autocar con una sonrisa de oreja a oreja, henchido de orgullo por desfilar con el maillot a lunares, ese que dice que es el líder de la montaña de la Vuelta. “¡Hoy más puntos eh!”, le reclaman los aficionados agolpados alrededor del autobús del Euskaltel. Luis Ángel Maté (Madrid; 40 años) mantiene el mohín de alegría, aunque se encoge de hombros: “Se intentará, se intentará”. Más pausado, tras el control de firmas previo a la cuarta etapa, argumenta: “El objetivo era llevar este maillot algún día y ya lo he conseguido. Ahora me encantaría mantenerlo, pero es complicado”. No fue posible. Pero eso de luchar por el liderato en la montaña, en cualquier caso, es la batalla que siempre ha librado, también la última porque cuando llegue a Madrid se bajará de la bicicleta para siempre. Al menos para competir porque, enamorado como está de las dos ruedas, dice que se irá a Marbella, donde creció y vive, a pedaladas.

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