El <strong>Real Madrid cedió la corona de campeón de Europa ante Panathinaikos (80-95) en Berlín</strong>. Por un lado, es una posibilidad de una final porque su rival, orquestado por un magistral Ergin Ataman -tan histriónico como acertado con la pizarra-, volaba. Lo no esperable es el nulo rendimiento de las estrellas blancas.<strong> Desde Edy Tavares, a cero hasta el minuto 31. Mario Hezonja, 1/7 en el triple, o un Facundo Campazzo sin su influencia habitual en el juego. Los magníficos Nunn (21) y Sloukas (24)</strong> cambiaron la historia.

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