Los grandes clubes de fútbol se comprenden mejor desde el mosaico de pequeñas historias que los componen. A través de los relatos humanos -de victorias, derrotas, anécdotas o sentimientos- se levanta una imagen fiel y certera de la entidad en cuestión. Un retrato lleno de pinceladas que van sumando capas y capas para explicar la idiosincrasia del club. Esa mirada completa y transversal suele estar en las crónicas y reportajes de los periodistas que los siguen en el día a día. Hay, también, cronistas que, más allá de su labor profesional, tienen una conexión especial con el equipo. Como si lo entendieran mejor. Como si supieran algo que la gran mayoría desconoce. Es una mezcla de cercanía física y empatía emocional. Así, cuando la hinchada lee sus textos, se siente reflejada en pensamientos y sensaciones. Como si al leerlos pensaran: esto es exactamente lo que yo he vivido.

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