Los problemas con la traducción dilataban, mínimamente, la comparecencia de Hansi Flick. “Hay ruido”, se quejaba el técnico alemán, mientras el audio de sus auriculares continuaba sonando. Ya se había quitado uno de ellos y buscaba responder la siguiente pregunta. En realidad, más que contestar, quería esquivarla. Más incómodo, sustancialmente más tenso de lo habitual, el preparador del Barcelona adelantó la rueda de prensa en Yeda, en la previa de la final contra el Real Madrid. No era el tiempo lo que lo apremiaba: era el ruido.

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