El Barcelona se ha<strong> asentado de manera oficial en Disneylandia</strong>. El culé sale a la calle orgulloso de su equipo. Ya no es el de la pasada temporada, cabizbajo, taciturno, desencantado con un equipo que a principio de temporada parecía que podía plantar cara a los grandes, pero que a la hora de la verdad se fue deshinchando con el paso del tiempo y acabó siendo un juguete roto.