<strong>»Todavía falta el último paso»</strong>, suspira <strong>Cintia Ramos</strong>, madre de <strong>Endrick</strong>, al ver a su hijo entrar al césped de la <strong>Granja Comary</strong> (el cuartel general de la selección brasileña) para entrenar la tarde de ayer sábado. Su mirada estaba fija en el campo, siguiendo cada paso y orientación del cuerpo técnico de la <strong>selección brasileña</strong>.
