<strong>El Real Madrid sigue escribiendo páginas para la historia en su competición fetiche. La de ayer es un capítulo desconocido en un equipo tan acostumbrado a la gloria como a la épica,</strong> porque el ganador de 14 Copas de Europa nunca se ha visto tan sometido como ante el deslumbrante City de Guardiola. Este Madrid de Ancelotti, un equipo camaleónico con múltiples caras, recurrió a una versión novedosa para sobrevivir a un asedio como se recuerdan pocos en la Champions. <strong>Nunca antes se ha visto tan sometido el rey de Europa como en el Etihad, jamás defendió tanto y tan bien. Fue algo contracultural. Un bombardeo constante, inmisericorde,</strong> que al cabo de los 90 minutos ofrecía un inaudito empate (1-1) en el marcador y un impactante 90-9 en el contador de ataques de ambos equipos, con 27 disparos sobre la portería de Lunin. <strong>Para mantenerse en pie ante tal avalancha de ocasiones del rival los blancos completaron un ejercicio defensivo coral que rayó la perfección y por momentos recordó la mejor versión del Atlético de Simeone</strong>, aquel equipo inexpugnable que llegó a dos finales europeas. La exigencia física que se impusieron los dos conjuntos fue brutal.

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