Al inicio pareció un partidillo entre hermanos, cuando el mayor se ensaña con el pequeño para que aprenda la lección, para que no se le ocurra volver a retarle, para que le quede claro quién pone las normas. El Fenerbahçe destrozaba al Barcelona, una paliza antológica de sonrojo. Hasta que Brizuela, ya en el tercer acto, dijo basta, también hasta que el equipo comprendió que al baloncesto juegan cinco y que si no se va a una no hay tutía. La reacción llegó a tiempo pero el desgaste fue tremendo, también la gestión de emociones, pues el Barça alcanzó al epílogo sin energía, de nuevo una desconexión, otra vez la versión de garrafón. Triunfo del Fenerbahçe y otro tropiezo más de los azulgrana en una temporada que es el Dragon Kahn; victoria también de Sarunas Jasikevicius, qué hay de nuevo viejo, que se sirvió la venganza con la pelota entre las manos.