Les propongo un ejercicio mental. Olvídense de todo lo que rodea a <strong>Vini Jr</strong>, ese <strong>aire cargado de habitación cerrada</strong> donde hay insultos desde la grada deseándole la muerte, comunicados, gestos infantiles del brasileño, malos modos, <strong>11 denuncias por racismo en distintos estadios</strong>, muñecos ahorcados, entradas duras (algunas de roja), campañas orquestadas, ojeriza periodística, proteccionismo dañino, protestas estúpidas a los árbitros (como la de<strong> Pamplona</strong>) y poca ‘mea culpa’ de unos y otros. Abran la ventana de par en par y piensen sólo en el <strong>Vini Jr.</strong> futbolista, en el chico que llegó desde<strong> Brasil </strong> con 18 años para jugar en el <strong>Castilla</strong> y en el jugador en el que se ha convertido. El hombre en el que piensa el entrenador de <strong>Osasuna</strong>, <strong>Jagoba Arrasate</strong>, por ejemplo, a la hora de preparar un partido sin atender al ruido. Menuda lección al periodismo la suya.