Ahí está Juan Carlos Ferrero apremiando a su jugador, instándole a que dé un poquito más pese a que vaya ya por delante, set arriba. Cree el técnico que el chico puede, e insiste desde el box, una y otra vez: “Un poco más de continuidad en la intensidad. ¡Todo el rato, tío!”, demanda el preparador en este domingo de viento y frío, más bien desagradable para la práctica del tenis y precedido del vértigo de Swiatek, doble rosco la polaca, y la noche antes del aullido de Novak Djokovic. Se desconoce por dónde saldrá el serbio, pero llegan las rampas de verdad, este Roland Garros tan abierto empieza a definirse y uno y otro se posicionan; sufridor el número uno, emergente el murciano, quien ante Felix Auger-Aliassime hace la del discípulo aplicado: oye, atiende y ejerce: de acuerdo, Juanki, allá que voy, recto de principio a fin. 6-3, 6-3 y 6-1, en 2h 19m. Otra dosis de optimismo. Ya sobrevuela los cuartos.