Cuando Vinicius señaló con el índice a uno de sus ofensores en la grada de Mestalla nos hizo un gran bien. En Valencia dolió mucho que al club titular se le ajustaran todas las cuentas pendientes, tantas ofensas del mismo tipo sufridas por Vinicius por todas partes; dolió que el estigma del racismo se individualizara sobre esa ciudad y ese campo, pero en algún sitio tenía que pasar. Lo anómalo no fueron las consecuencias para Mestalla y la reputación del Valencia, lo anómalo había sido la impunidad previa de tantos casos en tantos campos.

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