A Vinicius lo recibieron en Mestalla con un balón de playa. A nadie le sorprendió, claro. La visita aplazada de los blancos por la desgraciada dana estaba prevista en el calendario liguero para el fin de semana siguiente a la entrega del Balón de Oro que tanto frustró al brasileño y la afición se guardó la mofa. No obstante, pese a la previsible reacción del anfiteatro, al atacante, que compareció con un peinado vacacional en trenzas (igual que en su lento arranque de agosto), no le esperó de entrada en Valencia el ambiente abrasivo de la temporada pasada ni de la anterior. La tensión en el estadio —y ya en los exteriores— se disparaba en todas las direcciones, así que a Vini le tocaba una parte, pero no todo.

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