Antes de que la enorme influencia del entrenamiento con computadoras muy potentes cambiase sustancialmente la manera de enfocar el ajedrez de alta competición, los jugadores muy creativos afrontaban el riesgo con alegría. No sólo por su tendencia natural, sino porque a veces se tardaban años de análisis en saber si un sacrificio había sido correcto o no. Ahora, cualquier aficionado que siga una partida en directo desde su casa por internet puede saber en segundos si esas inmolaciones son acertadas desde el punto de vista científico.