Puestos a hacer comparaciones, una de las diferencias entre Max Verstappen y Oscar Piastri quedó perfectamente retratada este fin de semana en Brasil. Mientras el primero tiene magia de sobras para corregir los jaleos en los que le mete Red Bull, el segundo se mete en los charcos él solito a pesar de la superioridad que le otorga el McLaren que conduce. Del currazo que se tuvo que pegar el holandés, y del tiro en el pie que se pegó el segundo sacó tajada Lando Norris, que lleva un par de grandes premios en modo martillo pilón, creándose él solito las opciones de coronarse campeón del mundo. Del británico se han dicho muchas cosas. Algunas probablemente ciertas; otras, auténticas chifladuras. Por más que naciera en una cuna de oro, rodeado de todo lo necesario para llegar hasta donde lo ha hecho, eso no quita ni un gramo del mérito que tiene su rendimiento en las últimas fechas, en las que ha reconstruido sus posibilidades para convertirse en el principal favorito cuando solo faltan tres paradas del calendario antes de que el Mundial ponga el cerrojo, en Abu Dabi, en diciembre. Esta vez, Interlagos no decidió el campeonato como ha hecho en seis ocasiones en la historia, pero sí lo dejó muy encarado para el corredor de Somerset.

