Red Bull ha vivido de rentas los dos últimos años gracias a un monoplaza que parecía del futuro por rendimiento, y que le dio a Max Verstappen la posibilidad de igualar las tres coronas de campeón del mundo que, por ejemplo, en su día se encasquetó Ayrton Senna. La cuarta, la que le colocaría al nivel de Alain Prost en términos estadísticos, ya veremos cuando la consigue el holandés, si es que lo hace y con qué equipo. La gran revitalización llevada a cabo por McLaren a lo largo de los últimos meses ha sido de tal calibre que la estructura de Woking puede sentirse orgullosa de reconocer que, a estas alturas del curso, cuando el Mundial entra en su etapa más decisiva, dispone del monoplaza más afilado de todos. Tras el triunfo de este sábado en Austin, en la prueba al sprint, Verstappen disponía de 54 puntos de margen en su casillero sobre Lando Norris, que terminó el tercero, justo por detrás de Carlos Sainz, que se las apañó para superar a su colega con un último golpe de riñón. El buen hacer de Ferrari en el trato con las gomas y la recomposición de Mercedes añaden algo más de picante al duelo entre McLaren y Red Bull. A falta de cinco paradas para que el campeonato ponga el cerrojo en Abu Dabi, a principios de diciembre, los dos equipos elevan las hostilidades y se tiran los trastos a la cabeza.