Cuando <strong>Andrés Iniesta</strong> llegó a La Masía, en 1996, tenía 12 años. Un niño que empezó a jugar en el equipo <strong>Infantil </strong>del <strong>Barcelona </strong>y que compartió espacio de convivencia en la instalación donde el club azulgrana fabrica a sus cracks con futbolistas que después serían sus compañeros y algunos leyendas del club, como <strong>Puyol </strong>o <strong>Valdés</strong>. Otros, la mayoría se quedaron en el camino, como sucede siempre.

