La Caja Mágica asiste a un duelo entre dos chicles. A cada estirada de Gael Monfils, una oda a la elasticidad y la agilidad, responde Novak Djokovic con otra demostración fisonómica que constata que para uno y otro no hay pelotas inalcanzables. Los dos ponen el espectáculo, pero el que aporta mayor eficacia es el número uno, que regresa tres años después a la Caja Mágica y resuelve el estreno con suficiencia: 6-3 y 6-3, en 1h 26m. Al fin y al cabo, no hay rival más apetecible para Nole que el parisino, al que ha derrotado las 18 veces que se ha cruzado en su camino. Es un apacible despegue, la continuación de una pretemporada a la carrera y sobre la marcha que transcurre entre fuego real. El objetivo, ya se sabe, no es otro que París, Roland Garros.

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