La bocana de los vestuarios situada en el fondo que da a la calle Fofó convirtió el camino de Míchel al banquillo en un paseíllo con la que fue su hinchada puesta en pie. En ese mismo graderío, varias pancartas le compusieron un tributo de tanto costumbrismo barrial como conciencia de clase. “Míchel, el nieto de la María, bienvenido al barrio”, se pudo leer. Vallecas homenajeó al chico forjado en la esforzada realidad de sus calles que primero deleitó como centrocampista y después, como entrenador, logró un ascenso a Primera y buenas mañanas de buen fútbol. La de este sábado fue magnífica por entretenida. Por ver a dos equipos que se empeñaron en que hay fútbol más allá del duopolio Madrid-Barcelona. Venció el Girona (1-2) porque jugó muy bien y porque supo ganar cuando impuso su superioridad, que no fue siempre.