La Liga española quiere llegar a Miami, que es a donde llegaron Tony Montana y Manny Rivera con intenciones parecidas: afianzar el negocio. El Villarreal-Barcelona que se va a disputar en el Hard Rock debería disputarse en La Cerámica, estadio del Villarreal, por tanto, los miles de aficionados que llenarían las gradas de su campo lo verán por la televisión. Habrá vuelos transoceánicos. Se añade un viaje intercontinental a un calendario francamente divertido. Habrá, claro, muchos millones para los dos clubes, porque estas cosas no se hacen por amor. Lo que se consigue ya no es sólo adulterar la Liga deportiva y económicamente, sino convertirla en una herramienta de promoción con la que enviar a sus mejores comerciales a atraer la atención que de otro modo no tendrían. Incapaces de competir con la Premier y en franca devaluación, lo que hace el fútbol español y el jefe del tinglado, Javier Tebas, como antes la Federación vendiendo la Supercopa a Arabia, es tratar de ganar por medios pobres, viajes que desprestigian la competición y potencian el show ambulante.

