Las casas de piedra, mansiones imponentes, de Zúrich se construyeron con fortunas vergonzosas y la mejor colección de pintura de su magnífico museo, cézannes, manets y renoirs, nenúfares gigantescos y retratos delicados a mansalva, la amasó, a veces con oscuras artes, Emil Bührle, un fabricante de armas del barrio de Oerlikon que se convirtió en el hombre más rico de Suiza vendiéndole cañones y tanques a Hitler y a Mussolini en la Segunda Guerra Mundial. Junto al lago, turbio, oscuro, la belleza oculta el horror y las nubes negras esconden el arcoíris, y el diluvio, por el que las mujeres pelean duramente en una carrera de pura supervivencia y errores. La ciclista más fuerte, la neerlandesa Demi Vollering, terminó quinta en una llegada a seis en la que se impuso su íntima enemiga, y compañera de equipo, la belga Lotte Kopecky, la más inteligente tácticamente, y la más rápida, pura potencia en sus piernas. Segunda fue la norteamericana Chloe Dygert y tercera, la italiana inoxidable y coriácea Elisa Longo Borghini.

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