La Vuelta nació en 1935, república y humanidad optimista, voluntad de ser europeos, de acabar con la Iberia desarrapada y analfabeta, con el yugo de la iglesia y el señorito. La carrera sobrevivió a duras penas al franquismo desolador, autocrático y perdido, y generó una afición y un deseo que convirtieron en héroes a los forzados de la ruta, creció publicitariamente con la democracia y la televisión en color y en directo, en 2025, dentro de nueve meses, celebra sus 90 años, y la organización lo conmemora con un recorrido variado y multicolor, como los de los últimos años, y con la visita al escenario del Palacio de Congresos de la calle llamada, qué horror, Capital de España, Madrid, de algunos de sus dioses, y más que ninguno, Agustín Tamames, 80 años recién cumplidos y ganador hace 50, en el 75 en el que agonizaba Franco en La Paz, y Txomin Perurena, tan joven fallecido, lloraba al oír el silencio en su velódromo de Anoeta cuando entraba de amarillo, derrotado.

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