Como buenos estudiantes, <strong>Real Madrid y Alavés</strong> viven este final de Liga con la paz que dan las cosas bien hechas. Unos, desde la felicidad de ser campeones y la excitación que provoca lo que tiene el 1 de junio. Los otros, los vascos, con la alegría de una salvación alcanzada de manera sobrada, un sobresaliente para un recién ascendido. Con ese panorama, la noche era para disfrutar, cuidarse y pensar poco en los problemas de la temporada.

