Hicham el Guerruj tiene 50 años y un huerto de mandarinos en Berkane, al nordeste de Marruecos, y mantiene la mirada encendida e inquisitiva de sus tiempos de atleta como mantiene aún, 25 años ya, los récords mundiales de los 1.500m y la milla, las joyas del medio fondo, y la memoria viva de sus dos medallas de oro en los Juegos de Atenas 2004. Una barba al dos muy cerrada, y el espíritu competitivo, la ambición, la dulzura legendaria. La misma persona que arruinó las esperanzas españolas de Reyes Estévez y Fermín Cacho en los Mundiales de Sevilla 99. “Cacho fue campeón olímpico, pero siempre temí más a Estévez, un purasangre. Mi historia olímpica cobró un sentido extraordinario con la caída que sufrí en la final de los 1.500m en Atlanta y la derrota en Sidney”, explica en una entrevista aprovechando una visita a Madrid hace unas semanas. “Y cuatro años después ambos momentos desembocaron extraordinariamente en las dos medallas de oro de Atenas”.

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