El gran premio más ostentoso del calendario sirvió una de las cronometradas más imprevisibles de la temporada, un entrenamiento que pilló a trasmano a varios de los favoritos en la misma medida que catapultó a quienes deberían serlo menos. Será coincidencia, pero qué mejor símbolo que Ferrari para tratar de maquillar el desastroso arranque del fin de semana en Las Vegas. Un jueves para olvidar por pilotos, equipos y aficionados, que se fueron a dormir a las mil, y cabreados como una mona después de ser desalojados por la organización, superada por un contratiempo tan peregrino como el sellado de las alcantarillas del circuito. Con todo ese jaleo en la previa, la adaptación a la pista tuvo que ser exprés, y los hubo que no llegaron a tiempo. No es habitual que se ponga en marcha la eliminatoria decisiva de la sesión clasificatoria sin los dos McLaren, sin Lewis Hamilton y sin Checo Pérez, de la misma manera que tampoco es normal un dominio como el de la Scuderia.