Con la euforia en máximos históricos —momento delicado como pocos, especialmente en una temporada de servicios mínimos como la actual— algunos aficionados y estudiosos del modelo Barça llegaron a afirmar que Xavi Hernández había inoculado no sé qué conceptos del juego de posición en Pedri hasta convertirlo en el centrocampista más determinante de las grandes ligas europeas, incluida la Europa League. Con otras palabras, claro, pues si algo determina el análisis futbolístico actual es el uso de un extenso vocabulario especializado que todavía escapa al control abrasivo de la RAE, pero se decía: el canario no sabía jugar al fútbol hasta que llegó el de Terrassa con sus ochocientos ayudantes —no todos de la familia—, millones de conos y una app.

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