”Jürgen nos dijo que permaneciéramos tranquilos, que ellos no podrían sostener el esfuerzo que hicieron en la primera parte, y que el siguiente gol sería crucial”, dijo Andy Robertson, sudoroso tras el partido, víctima de la saña de Capoué para driblarlo cada vez que le encaró. Jürgen Klopp, el técnico del Liverpool, señaló el camino y Fabinho lo transitó antes de soltar el derechazo que convirtió el 2-1. Un gol psicológico. Con valor de final.
