Cuando un club ficha a un futbolista internacional bien que presume de ello. O cuando uno de sus jugadores alcanza un logro con su selección, en forma de título o de récord. Suele ser motivo de orgullo tener a ese chico internacional en las filas del club. Ahora bien,<strong> cuando ese mismo chico vuelve lesionado, lo fácil es echar pestes de las selecciones, de los parones, de las ventanas FIFA y de la madre que lo parió…</strong>

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