Como en sus partidos más recordados, esos que se han quedado en la memoria para siempre, el Madrid hizo estallar casi en el descuento la bomba de relojería más larga y grande del planeta fútbol este lunes a las 19.28 horas. No fue ni en 2021 ni en 2022, veranos frustrantes para el Madrid, no fue tampoco en 2017, cuando Mbappé jugaba en el Mónaco y eligió París. Fue en 2024 y la espera agónica de meses y años del madridismo por el francés, espera que había pasado por todos los estados de ánimo posibles (alegría, euforia, decepción, enfado, ira, expectación), se convirtió a esa hora, dos días después de ganar la 15ª Champions, en un desparrame absoluto de felicidad: la sensación de que Mbappé, madridista declarado pero francés de Bondy, y jugador los últimos siete años del PSG, había llegado a casa. Al Real estos años le sale bien hasta lo que le salió mal.

