Pobre Remco, que celebra las derrotas como si fueran victorias, aunque acabar segundo detrás del inabordable Pogacar es casi como ganar. Se exhibe Evenepoel en el Ganda, acompañado en la subida, dejando atrás a Storer en el peligroso descenso, donde se cae Carapaz sin sacar las zapatillas del calapié, como cuando se usaban rastrales, para no chocar contra el muro. Esas 19 curvas de herradura, frenar y acelerar, pero ya está Remco lejos de Tadej, que se quita el sombrero cuando Rafal Majka, su compañero, hace el último esfuerzo en su última carrera, se pone detrás de Vine, y cuando el doméstico le da paso con el codo, en Marchetto, a 36 kilómetros de la llegada del Viale Roma de Bérgamo, acelera para siempre. Esta vez Evenepoel ni se inmuta, porque conoce el desenlace tan repetido, y un segundo puesto ya es un triunfo para él cuando corre el fenómeno esloveno. Como en el Mundial o el Europeo.

