El Liverpool deslució su condición de aspirante al título de Premier este domingo ante el United, en un partido revelador de las fallas que amenazan con derrumbar su liderato provisional. El 2-2 en Anfield fue reflejo fiel de un partido mal llevado y peor preparado, pues el equipo proyectó el viejo clásico del fútbol inglés más atento a Mo Salah que al United. El máximo goleador del torneo —sumaba 17 goles y 13 asistencias antes de la última jornada— hizo todo lo que no se espera de un líder: reclamar protagonismo para sí y distraer la atención lejos de la empresa colectiva, nada menos que para lamentarse en público de que no le mejoran el contrato en las condiciones que exige.

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