A punto de cumplirse 20 años desde la última vez que el Real Madrid sacó las urnas, el Barça vuelve a entrar en precampaña electoral: cada entidad tiene sus propios vicios y los procesos electorales en el club catalán son un poco como las humedades de los pisos antiguos, que siempre están ahí por más que se intente disimularlas. Todavía no se intuye la convocatoria oficial en el horizonte más próximo, ni falta que hace. No hay necesidad de levantar la mano para hacer volar la primera piedra, ni de registrar candidaturas para agitar un cotarro que viene mezclado de serie. Lo sabe bien Laporta, que nunca la ha abandonado del todo porque, para qué negarlo, es un género que domina.

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