Giulio Zeppieri, se llama. Un tipo con mucha voluntad, no cabe duda. Y lo agradece el público de la Suzanne Lenglen, que le dedica palmas por el esfuerzo y ese afán por estirar e intentar equilibrar un partido que, hablando en plata, tan solo tiene una dirección salvo imprevisto. No lo hay. Línea recta en esta mañana en la que todavía se arrastra en Roland Garros la resaca emocional de la jornada anterior, monopolizada por los fastos alrededor de Rafael Nadal. El italiano, otro zurdo, pelea con la buena intención y el tenis directo que posee, pero le alcanza hasta donde le alcanza. Araña 11 juegos, que no son poco. Y se inclina con dignidad ante Carlos Alcaraz, firme en el estreno: 6-3, 6-4 y 6-2, tras 1h 56m.

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