Antes de nada, conviene recordar que no fueron nuestras autoridades quienes libraron al fútbol español de Rubiales, sino la FIFA, con su suspensión provisional por tres meses, luego firme para tres años. De no ser por ella, quizá aún siguiera ahí, porque el CSD le trató con un respeto reverencial. Sus barrabasadas no eran enviadas al TAD por órdenes de arriba. Surgió una excusa: una vez denunciadas por el querelléitor Miguel Galán, quedaban fuera de la jurisdicción deportiva.

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