<strong>»Dale, al menos que se vaya caliente»</strong>. Esta frase (literal) se escuchó justo al lado de la zona habilitada para la prensa en el <strong>Reale Arena</strong> en una acción en la que Vinicius estaba rodeado de rivales en la banda izquierda. No venía de ahí, sino de un aficionado que <strong>había perdido los nervios tras los dos tantos de penalti del Madrid</strong>… después de estrellar su equipo tres veces el balón en la madera. Cosas del fútbol de toda la vida pero que <strong>ayudan a encontrar el quid de la cuestión en el caso Vinicius</strong>. Y es que al brasileño se le busca en cada partido y cuando se le encuentra… <strong>vienen los lamentos y las quejas</strong> sobre lo que puede o no puede hacer.

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