Hace una semana, el central del Anaitasuna Ander Torriko (Zumaia, Gipuzkoa; 26 años) se metió en la cama amargado tras perder por un gol en Granollers (32-31), y con el tute extra en el cuerpo por las horas de vuelta a Pamplona en autobús nada más terminar el partido. Pero cuando se despertó, pensó que, después de todas las penalidades de los tres últimos años, el sabor metálico de la derrota no era ni mucho menos lo peor en su carrera. Había sufrido tres roturas de cruzado consecutivas en la rodilla derecha, cuatro operaciones y un desierto de 1.044 días sin disputar un encuentro oficial. “No conozco otro caso igual en el balonmano”, afirma por videollamada.

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