Son días extraños. Las Navidades siempre lo son. Hay una mezcla curiosa entre vorágine y reflexión, entre compras de última hora y una repentina necesidad de hacer balance. Apuramos los días de diciembre y usamos el simbolismo del cambio de número, del 4 al 5, para intentar dar carpetazo a lo que no nos termina de gustar y llenarnos de buenos propósitos. Nos parece buen momento para ese empujón definitivo hacia un horizonte nuevo, como si a partir de enero todo cambiara radicalmente. El nuevo año suena a reset. A reinicio.

Seguir leyendo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *