Björn Borg (Estocolmo, 69 años) y su agente Linda capean con suma paciencia los problemas técnicos del entrevistador hasta que, por fin, el micrófono funciona tras diez minutos de pruebas y ella da luz verde a la charla. Son las diez y media de la mañana. Al otro lado de la pantalla, la luz nórdica golpea con elegancia el rostro casi septuagenario de uno de los mejores tenistas de todos los tiempos; con toda probabilidad, el más misterioso.


