“Me emociono tan solo con pensar en jugar un Mundial”, explica Craig Gordon, que está a punto de cumplir 43 años y jugó su primer partido bajo los palos de la selección escocesa en mayo de 2004. Este martes se sacó el pasaporte para cumplir el próximo verano un sueño que ya no imaginaba que podría ser real. “Esto lo es todo para mí, absolutamente todo”, confesó bañado en lágrimas antes de dejar Hampden Park. Escocia ganó a Dinamarca (4-2) en un final agónico con dos tantos en la prolongación y jugará el próximo Mundial, ese gran escaparate al que no acude desde que en 1998 hizo el ridículo con una despedida tras empatar con Noruega, caer ante Brasil y Marruecos y cerrar una época dorada en la que jamás logró superar la fase de grupos, pero logró participar, desde 1974, en seis de los siete torneos que se jugaron. Apenas falló en la cita de 1994 en Estados Unidos. Ahora llega la revancha: allí estará a partir del próximo mes de junio y puede formar parte de un hito histórico el que lleve a un mismo Mundial por primera vez en la historia a las cuatro selecciones británicas (que ya estuvieron en el de 1958) y a Irlanda.

