El fútbol, a veces, encuentra en la juventud su espejo más puro. En el Clásico frente al Barcelona, el primero de la temporada, Eduardo Camavinga fue ese reflejo. Su energía, su atrevimiento y su madurez precoz condensaron en 90 minutos la revolución silenciosa que Xabi Alonso está construyendo en el Real Madrid. El entrenador tolosarra llevaba tiempo avisando: “Estamos construyendo una base sólida”. Aquella frase, pronunciada en la víspera de su segundo gran examen en el banquillo blanco, frente al PSG llegó casi sin tiempo, se tradujo en hechos sobre el césped.

