«Ansiedad, puta ansiedad». En octubre de 2010, un <strong>Cristiano </strong>que aún no era ni la mitad del goleador que luego fue, estallaba por llevar sólo dos goles en el arranque de su segunda temporada en el Madrid. A <strong>Mbappé </strong>se le estaba poniendo la cara de ese Cristiano temprano hasta que un taconazo de Fede <strong>Valverde </strong>le sirvió el balón que no podía fallar. Antes, se le notaba acelerado, sobreexcitado, quizá algo ansioso, sí, como su ídolo. Pero llegó el gol, que es el mejor ansiolítico para los pulsos acelerados. De todas formas, una charla entre discípulo y maestro podría no estar de más, ahora que el peso del 9 del Madrid recae sobre las espaldas de <strong>Kylian</strong>.

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