Sin embargo, para ellos, para los ciclistas que se quieren libres y valientes, lo más importante es que no se les considere forzados, penados, sino esforzados, valientes, audaces, y 100 años después su orgullo es el mismo, y su valor, que el que denunciando su condición de forçats (convictos, condenados a trabajos forzados) hacen brillar los hermanos Pélissier, Francis y Henri, ante la pluma del reportero Albert Londres, que no se pierde una palabra de lo que oye, de lo que le cuentan los dos ciclistas franceses que acaban de abandonar la carrera en Coutances, en Normandía, nada más comenzar en Cherburgo la tercera etapa del Tour de Francia de 1924.

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