Entre un gran maestro de nivel medio y uno de élite hay un umbral que exige una comprensión del ajedrez de extraordinaria profundidad. Porque consiste en ir mucho más allá, no solo de lo superficial, sino incluso de percepciones sofisticadas. La partida de este vídeo es un ejemplo magnífico donde su vencedor, Jan Duda, roza la perfección hasta que comete una inexactitud que casi impide su victoria. Aun así, merece ser inmortal.
