Bolzano, capital de la región de Alto Adigio (noreste de Italia), es una anomalía cultural y política en el país. Los pretzels y las jarras de cerveza austriaca conviven en un raro equilibrio gastronómico con las pizzerías napolitanas. La población de la región —anexionada en 1919 en los pactos de Londres tras la Primera Guerra Mundial— habla mayoritariamente alemán y solo un tercio continúa apegada al idioma de su pasaporte (en la capital es justo al revés). Muchos de sus habitantes no se sienten ni italianos ni austriacos y su encaje nacional se basa en un sistema de gran autonomía que ha disparado el crecimiento de la zona y ha mantenido la estabilidad en el frágil equilibrio fronterizo. En Bolzano, un lugar que siempre prefirió practicar deporte a verlo sentado, triunfaba el hockey sobre hielo y el salto de trampolín. Pero en medio de esa compleja identidad, un club de fútbol ha unido a todos alrededor de su éxito. El Südtirol, una sociedad de apenas 26 años, jugará el año que viene en la Serie B por primera vez en su historia.

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